Y la crisis continua                     

El rendimiento elevado de las inversiones financieras en acciones contribuyó al mantenimiento de un mercado alcista en el NYSE (New Yorrk Stock Exchange). La transferencia ha China de una parte de las industrias manufactureras de base ha permitido a Estados Unidos importar a bajo precio los «bienes-salarios» (aquellos consumidos por los trabajadores), y gracias a ello tener tusas de inflación muy bajas. El crédito al consumo ha servido para comprar productos chinos en proporciones muy elevadas; un indica­dor de ello es el total de las importaciones procedentes de China. Mu­chos economistas estadounidenses constatan con amargura que su país se ha convertido en el «consumidor en última instancia del mun­do». Los tipos de interés sobre el crédito al consumo explican por qué los bancos estadounidenses nunca se han quejado de ello.


Más del 40% del PIB chino depende de sus exportaciones, y desde 2005 las exportaciones netas han supuesto un tercio de su tasa de cre­cimiento. Aunque se vieron afectados durante algunos meses en 2009 por la caída del comercio mundial, se recuperaron con mayor rapidez que en ningún otro sitio: la creación de capacidades de producción en China a menudo significa su destrucción en otros países. Algunos es­tudios han cifrado el exceso de producción en los sectores de la in­dustria pesada, pero en las industrias de bienes intermedios y de bie­nes de consumo es la globalización de los intercambios la que da cuenta de ello, y por tanto hace difícil la estimación de sus efectos. En el caso de Estados Unidos, los datos cifrados permiten medir la mag­nitud de la destrucción de empleos en una industria como la del hard­ware informático, industria en la que siempre han estado muy avan­zados. En Francia no existen estudios equivalentes. Otros países son bastante más vulnerables aún, debido a que fabrican los mismos pro­ductos de consumo de base que China, especialmente en el sector tex­til: ropa y calzado.



 En la zona euro, éste es el caso en particular de Por­tugal: en 2007, la inversión en China representaba el 45% de su PIB, y aumentaba a un ritmo del 25% anual. Esta situación se vio acentua­da por el plan de estabilización chino de 2009, fuertemente orienta­do hacia la inversión.


Es en las relaciones entre China y Estados Unidos donde es más fuerte la complementariedad entre el crecimiento basado en las ex­portaciones y el basado en el endeudamiento; sin embargo, los gran­des grupos industriales europeos son parte activa y beneficiarios de la acumulación del capital en Asia. La crisis ha acelerado el proceso. Por limitarse a un solo ejemplo, el ramo del automóvil: la reubicación, por parte de los grandes grupos industriales, de sus nuevas inversiones en Asia y la transferencia inmediata de una parte de su producción hacia los países de salarios bajos (a menudo con traslado de maquinaria) ponen en peligro el futuro de los asalariados y el mantenimiento de una capacidad industrial y tecnológica. Es el caso de los fabricantes de neumáticos (Michelin, Continental, Goodyear), que están creando sus nuevos emplazamientos en La India o en China. Peugeot ha abier­to una fábrica en Wuhan, donde se va a producir el modelo 508 en competencia con la de Rennes, y se prepara para construir otra en La India. Renault está levantando otra cerca de Bombay. Los producto­res de componentes los siguen y en todos los casos cierran sus fábri­cas. Y el proceso no es exclusivo del automóvil. La creciente interna- cionalización de las empresas del CAC40 fuera de Europa ha contribuido al restablecimiento de sus beneficios, mientras que la tasa de crecimiento se ha estancado y ha aumentado el número de «traba­jadores pobres». La destrucción de puestos de trabajo en la enseñanza y en otros sectores públicos para reducir el peso de la deuda no hace sino agravar el estado de las cosas.